En una tranquila selva me encuentro plantado plácidamente disfrutando del sol, del paisaje y de los animales con mis compañeros.
Sentí cuando estos seres llegaron a mis raíces y empezaron a desmembrarme, percibía como todo se tambaleaba, hasta que caí al húmedo suelo que toda mi vida trate de evitar.
Noté como otros de mis compañeros caían igual que yo, escuchaba sus estruendosas hojas moverse de aquí para allá, hasta tocar el suelo. Cuando pensaba que todo terminaría y que ya no tenía que perder, fuimos arrastrados a un río donde la merced de la corriente nos traslado lejos de nuestro querido hogar.
Después de mucho zozobrar, nuestro camino fue obstruido por un tipo de tronco grisáceo y sin vida. El nos transbordo a un sitio donde no llegaba el sol, muy oscuro y moribundo por cierto, ahí un objeto de apariencia circular con picos puntiagudos me corto en pedazos, luego sufrí como me insertaban un objeto negro. Mi exterior era recubierto por un follaje nuevo que no me permitía ver y en mi copa me colocaban un aro que sujetaba un artefacto gomoso y blanco.
Después de estar aguardando mucho tiempo, percibí que me transportaban en algo que temblaba y hacia ruidos extraños. Solo sentía, no veía nada.
Me percate como unas extremidades suaves y delgadas me agarraban, me arrastraban por una dura superficie y de cuando en cuando cercenaban mi punta. Mientras el objeto negro se agotaba, mi tamaño se reducía y cada vez más pequeño me encontraba, fui comprendiendo como otros compañeros de mejor tamaño me relegaban y yo al parecer perdía importancia y mi obligado propósito.
En el ocaso de mi vida, ya con mi follaje descascarado por los años y por los inclementes mordiscos del hombre que me tenía prisionero, en un oscuro lugar donde quedaban restos de los que fueron mis compañeros, observé después de tanto tiempo a aquel hombre postrado al frente de un objeto pequeño y luminoso. Parecía un primate pero a mi opinión mas evolucionado pues no empleaba tumultuosas herramientas, más bien usaba un objeto negro y alargado con extrañas marcas que al tocarlas se plasmaban en la cosa luminosa.
Así culmine mi vida aguardando en la oscuridad que aquel hombre me sentenció, deseando ser otra vez utilizado, a pesar del dolor que esto me ocasiona es preferible a este olvido al que estoy condenado.
Por Santiago Castro V.
13-04-2011