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miércoles, 28 de marzo de 2012

ESGRIMIENDO UN SUEÑO


La Liga Antioqueña de esgrima cuenta con 90 deportistas aproximadamente
La primera vez que llegué a este lugar estaba un poco desubicado, fue hace ya dos años.  Es un coliseo recién inaugurado, construido para los IX Juegos Suramericanos Medellín 2010. Apenas me senté a esperar a que empezara el entrenamiento, que comienza a las cuatro y media de la tarde, un representante de cada arma se me acercaba y sin siquiera preguntarme si conocía algo sobre las modalidades, me decían: “Parce, meteté a florete”; “no, el lado oscuro somos los de sable”; “el arma más real es la espada”. Yo no sabía ni qué decir, sólo me quedaba mirándolos y pensando cuál era la importancia para ellos de que yo practicara su misma arma.
La historia de la esgrima se divide en tres grandes momentos; el primero es la aparición del juego de armas no lesivas, en el que se le ponía un recubrimiento a la punta de las espadas en el 1190  a. n. e., los esclavos hacían esto para representarle a su faraón Ramsés III como habían ganado las batallas; el segundo sucede en la Edad Media, cuando la aparición de la pólvora hace que las espadas pasen a ser parte obsoleta en la guerra y se conviertan en instrumentos de entretención; y el tercer gran momento es cuando nueve países europeos se reúnen en Bélgica el 29 de noviembre de 1913 para crear la Federación Internacional de Esgrima.

Después de hacer estiramientos empezó oficialmente el entrenamiento. Obviamente perdido como quien hace algo por primera vez comencé a hacer la guardia, posición con la que se inician todos los combates de esgrima. Se hace desde la posición de firmes, se separan un poco las piernas, se adelanta la pierna dominante y se gira la cabeza según ese mismo orden. Luego se flexionan las piernas, logrando una “L” con los pies.

La esgrima llega a Antioquia a finales de la década del sesenta con el valluno Luis Rengifo, que empezó a practicar este deporte en los corredores de la UPB. La dirigencia deportiva, al ver la acogida que tuvo la esgrima, le dio un lugar de entrenamiento en los bajos del Coliseo Iván de Bedout donde practicaban aproximadamente veinte personas. Ese pequeño grupo que por entonces conformaba la Liga Antioqueña de Esgrima gana los Juegos Nacionales, con lo que Coldeportes se da cuenta del potencial que tiene y dona cincuenta millones de pesos que sirvieron para que la Liga comprara armas, pistas y máquinas que le permitieron ser hasta 1990 la potencia a nivel nacional.

La guardia, para los que no estamos acostumbrados, cansa mucho y los desplazamientos aun peor. Después de llevar aproximadamente una hora en esta posición el dolor empieza a adormecerme las piernas, sin embargo el anhelo de tener un florete en mi mano me impulsa a seguir. Jorge, el entrenador, anuncia el receso para ir a tomar agua y apunta que en la siguiente parte del entrenamiento debemos ir por las armas. El momento esperado había llegado.

En la década del noventa la Liga empieza a decaer administrativa y financieramente, se queda sin presidente y es cerrada por primera vez por aproximadamente dos años, aunque los esgrimistas siguen practicando a pesar de no contar con entrenador. En el 2000 se reabre nuevamente la Liga bajo la dirigencia del entrenador Mario García y aunque en el 2002 vuelve a cerrarse, Mario sigue dirigiendo los entrenamientos sin recibir pago alguno. En el 2005 Indeportes Antioquia reabre oficialmente la Liga y  designa como entrenador a Emanuel Hoyos.

Me dirigí bastante emocionado a la armería y me dispuse a escoger una espada porque es la más grande y pesada de las armas, pero tuve que conformarme con un oxidado florete que reposaba en un empolvado estante. Debí escogerlo porque es el arma escuela por ser la más técnica de las tres modalidades. A pesar de esto subí al segundo piso del Coliseo, donde se encuentra la sala de esgrima, bastante emocionado, y me formé junto a los otros esgrimistas.

Antes de empezar la segunda parte del entrenamiento el del lado me hizo una mueca un tanto jubilosa, como la de quien ve lograr sus objetivos, y me dijo: “¡ah! Yo sabía que te ibas a decidir por el florete”. Era uno de los que me había preguntado a la entrada si quería practicar su arma. Le dije que fue porque me había tocado. A pesar de eso, su mirada no cambió.

En ese entonces no sabía quien era ese muchacho moreno y de contextura delgada que me había saludado amablemente aquel día. Efraín Galvis, a sus escasos veinte años, es sin duda el mejor floretista de Antioquia en estos momentos. Lleva cinco años practicando. Hizo un semestre de Ingeniería Financiera en la Universidad de Medellín, pero no le gustó y ahora estudia economía en la Universidad de Antioquia. Y sueña como casi todos los deportistas en llegar a los Olímpicos.

Actualmente es el campeón departamental de florete, y a nivel nacional en su categoría ha ocupado el segundo y tercer puesto en varias ocasiones. Efraín expresa que la practica de la esgrima: “Es una experiencia muy bonita que te marca para toda la vida, además es algo que siempre te va a hacer sentir muy orgulloso. Representar a tu departamento y a tu país es la mejor experiencia que vos podés llegar a sentir”.

Jorge, el entrenador, anunció la reanudación del entrenamiento. Como pude empuñé el florete, era más pesado de lo que pensaba, pero la sensación de estar aferrado a él me hacia sentir como si fuera un caballero de la Mesa Redonda.

Mientras pensaba eso, uno de los muchachos que antes me había dicho que si me quería “unir” a su arma, gritaba una frase de la película Star Wars “¡Únete al lado oscuro!”, mientras otros más pequeños me explicaban que con los sables de esgrima se combatía de la misma manera que los sables de luz de aquella película.

Y pensar que ese loco que gritaba frases de Star Wars es Juan Pablo Velásquez, a quien su mamá entusiasmada por meterlo a todos los deportes lo trajo a la Liga Antioqueña de Esgrima cuando tenía diez años. Ya con 19 años él se ha convertido en un gran sablista que ha representado a Colombia en el exterior y este año se alista para participar en un mundial juvenil en Moscú.

La práctica del deporte en varios países ha hecho que Juan Pablo reflexione:  "La esgrima es muy diferente en todas partes del mundo, por eso es que son tan importantes las competencias internacionales, porque le ayudan a uno a abrir más la mente, querer más el deporte y sentirse más seguro de su técnica a la hora de jugar".

Él, como casi todos los esgrimistas, defiende su arma ciegamente. Dice que el sable es el arma que ofrece mayor libertad y además la compara con las armas utilizadas en las películas y me pone como ejemplo Star Wars y El Zorro. La principal diferencia con las otras armas radica en que el "tocado" se puede realizar con toda la hoja del sable y no solo con la punta, como sucede con el florete y la espada; su área de toque es de la cintura para arriba. Con ocho años practicando Juan Pablo concluye que la esgrima: "Es un deporte muy bonito de mucha disciplina, que al mismo tiempo relaja y divierte mientras se aprende su complejo mundo".

Después de terminar el entrenamiento a las seis y media más o menos, me quedo al final observando los combates, que como es habitual se realizan hasta pasadas las nueve de la noche. Mientras trataba de entender las diferencias entre los tres tipos de armas me puse a hablar con Jorge Berrío, entrenador auxiliar de la Liga.

Como la mayoría de las personas, me parece que la esgrima es un deporte muy desconocido; por eso es que me genera mucha inquietud saber cómo los que la practican llegaron a ella. Jorge recuerda que llegó a la Liga en 2005, un mes después de la llegada de Emanuel, el actual maestro de armas. "Él empezó a formarme como esgrimista y también como persona. Yo realicé mis prácticas de licenciatura en deportes acá, y después de conocer el deporte me gustó más enseñarlo que practicarlo para obtener resultados competitivamente. Ya llevo como entrenador cuatro años, estoy muy a gusto porque al no ser usual se aprende mucho".

Al terminar el día estaba cansado pero feliz porque había logrado mi objetivo: practicar un deporte nuevo. Así seguí yendo por aproximadamente seis meses, hasta que empecé la universidad y no pude volver a entrenar.

Entre las cosas que más recuerdo de la práctica de esgrima fueron mis primeros combates. Recuerdo el ponerse toda la indumentaria que consta como mínimo de arma, careta, guante y chaquetilla. Es algo complicado al principio, cuesta acostumbrarse al aire viciado de la careta y la poca movilidad que permite la chaquetilla, que por servir de protección y ser algo gruesa intensifica el calor. A pesar de todo lo incómodo que pueda parecer, esto es precisamente lo que más ayuda a sentir la atmósfera de un combate entre mosqueteros, donde se tiene que estar totalmente concentrado y a la vez pensando en la siguiente jugada y cómo detener la del adversario.

El presente

En una carta con fecha del treinta de enero de 2012, el presidente de la República elogia los últimos logros de la Liga, el triunfo del Campeonato Nacional de Esgrima en las categorías prejuvenil y juvenil.

Después de tanto tiempo sin entrenar y de ver que mis compañeros habían obtenido ese gran triunfo, primera vez en la historia de la Liga, me dirigí al Coliseo de Combate para felicitarlos y de paso entregar una indumentaria que había conservado y sabía que alguien le podría dar mejor uso que yo. 

Mientras esperaba pacientemente la culminación del entrenamiento y al ver que yo les preguntaba a los esgrimistas sobre sus vidas, una señora que estaba a mí lado me dijo que era esposa de Óscar Arango, legendario esgrimista olímpico. Afortunadamente él se encontraba entrenando junto a su hija.

En los Juegos Olímpicos de Seúl 1998 el equipo de espada conformado por Mauricio Rivas, Juan Miguel Paz, Joaquín Pinto, William González y Óscar Arango ocupa la novena casilla, convirtiéndose así en la mejor actuación de Colombia en ésta disciplina.

Ya con 46 años, Óscar recuerda todo lo que tuvo que escalar para llegar a los Olímpicos y expresa: “Es una experiencia que cualquier deportista quisiera vivir. Allá nos fue muy bien, creo que es la única vez que un equipo de espada colombiano ha estado en éstas justas. Es una experiencia inolvidable”.

Mientras reposa rápidamente para no perder el calor y poder seguir entrenando, Óscar me dice: “La Liga está muy organizada, si bien el deporte todavía es muy desconocido hay muchas personas jóvenes y mientras un deporte tenga esto, tiene futuro”. Mientras
hablamos, Óscar observa a su pequeña hija con optimismo, a la que él, después de cada entrenamiento en la Liga, corrige con minucioso cuidado.

Ya pasadas las nueve y media de la noche, Emanuel, el maestro de armas de la Liga ha terminado, al menos por hoy, de “pulir” a los deportistas que se preparan para próximas competencias. Mientras se quita la indumentaria hace una mueca de felicidad como la que hace un padre al ver regresar a su hijo. Solo me dice  “¡eh! Volvió el ocupado” mientras me estrecha la mano izquierda como es habitual entre esgrimistas, puesto que saludar con la derecha, que es la que debe llevar el guante, sería de mala educación.

Ema, como prefiere que lo llamen, se acerca a los cincuenta años y es para los esgrimistas como un padre, que regaña y elogia cuando debe. Él es el que ha estado detrás del resurgimiento de la Liga. “Aquí llevo seis años. Cuando yo llegué solo había cuatro personas haciendo esgrima, por eso tuve que montar una nueva estrategia en la que las personas tuvieran el arma desde la primera clase. Afortunadamente esto me funcionó, en la actualidad hay cerca de noventa esgrimistas”.

Emanuel vislumbra el futuro de la esgrima en Antioquia de una forma muy clara, su idea es expandir la Liga con la ayuda de estudiantes de carreras afines al deporte. "La meta es que la Liga tenga como mínimo cinco clubes en el departamento, en los municipios de Envigado, Itagüí y Sabaneta. Esto nos permitirá desarrollar más la esgrima desde la parte recreativa, que es la que nos va permitir luego ser más competitivos".

La esgrima en el departamento ha tenido altibajos, pero sin duda este es el mejor momento por el que ha pasado la Liga. Ya terminado el día me voy con la certeza de volver muy pronto a la vida de esgrimista, donde siempre se está en combate contra nuevos desafíos.

Por Santiago Castro V.

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