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lunes, 22 de abril de 2013

EL PAPEL DE SANTOS EN LA POSESIÓN DE MADURO


Nicolás Maduro se cuelga la banda presidencial en un ambiente agitado. La oposición envalentonada por resultados electorales inesperados para muchos alza la voz gritando “fraude”. Los presidentes de Unasur se reúnen de afán para decidir cómo actuar. Santos cambia de parecer y decide viajar a Caracas a la posesión del reemplazo de su “mejor amigo”, consciente de los perjuicios que esto le puede traer a la imagen política que tan esmeradamente protege. 

Después de las elecciones del 14 de abril en las que el candidato opositor Henrique Capriles perdió por 273.000 votos, Venezuela sigue en vilo. Por un lado los opositores han convocado a cacerolazos masivos en las sedes regionales del Consejo Nacional Electoral (CNE); mientras que el oficialismo ha realizado cohetazos -lanzar fuegos pirotécnicos desde los edificios estatales-. Los enfrentamientos en las calles han dejado ocho muertos. 

Al otro lado de la frontera Santos se debatía entre asistir a la posesión de Maduro o mandar a Angelino. Los demás presidentes de la región se enfrentaban a una disyuntiva similar que se resuelve después de la decisión del CNE: auditar el 46% restante de los votos, lo que no significa un recuento voto a voto de las papeletas de respaldo. Ollanta Humala como presidente temporal de la Unasur convoca a una reunión de emergencia y los mandatarios regionales deciden acompañar a Maduro.

 Para el analista político Alfredo Rangel, los gobiernos de Chile, Perú y Colombia matizaron la decisión de Unasur -que de lo contrario habría sido de un respaldo absoluto a Maduro- al pedir que se haga efectiva la decisión del CNE.

 “El chavismo siempre busca la legitimidad internacional. Santos sopesaba que quería venir y necesitaba del apoyo de la Unasur para hacerlo”, afirma Daniel Lozano, corresponsal en Venezuela del diario español El Mundo, de Madrid. Respaldado por la decisión del bloque sudamericano Santos decide viajar a Caracas.

 La decisión levantó polvo en la opinión pública colombiana. Para Carlos Andrés Pérez, experto en marketing político, el presidente no tiene que tener contento a todo el mundo y en este momento lo que le corresponde es asistir en pro de las relaciones bilaterales. Por el contrario, Rangel declara que “a Santos no le conviene estar en una posesión con dudas en la legitimidad de su elección. Es mejor guardar distanciamiento hasta una auditoría de los resultados”.

 En el panorama político actual colombiano, la presencia de Santos en Caracas podría ser usada por la oposición para resucitar el debate de la conveniencia o no de adelantar un proceso de paz con las Farc, especialmente ahora que soplan vientos preelectorales.

 De vuelta en Venezuela, los sectores no oficiales siguen agitando los ánimos, con la ausencia de sus diputados en la posesión de Maduro en la Asamblea Nacional, con antecedente amanezante: Diosdado Cabello había dicho un día antes que diputado que no reconociera al nuevo presidente no tendría ni voz ni voto en el seno del legislativo. Lozano cree que hay que esperar a ver qué pasa con las auditorias de los votos, en donde la oposición afirma tener pruebas muy fuertes, que podrían ocasionar una impugnación electoral que está en manos del Tribunal Supremo de Justicia, que es el brazo judicial del chavismo. “Sin embargo me cuesta mucho pensar que el chavismo de su brazo a torcer”.

Por: Santiago Castro, Carolina Saldarriaga y Jaime Flórez 
Para De La Urbe

sábado, 6 de abril de 2013

¿QUÉ TAN VIABLE ES QUE LAS FARC HAGAN POLÍTICA?


El proceso de paz que comenzó con el anuncio del presidente Juan Manuel Santos en agosto del 2012 entre el gobierno y las Farc es visto con un optimismo moderado en el país. La agenda de diálogo incluye temas complicados como la reforma agraria que se viene discutiendo en La Habana, pero tal vez el que más ampolla levanta y que será el siguiente en ser puesto sobre la mesa es la posible participación en política de las Farc, en caso de que se diera su desmovilización. 

Las opiniones son variadas. Hay quienes no conciben a un exguerrillero sentado en el Congreso y hay otros que, en pro de la tan esquiva paz, no le ponen trabas al asunto. Por eso, las dos partes le pidieron en un comunicado a la Oficina de la Organización de Naciones Unidas en Colombia y al Centro de Pensamiento para la Paz de la Universidad Nacional que convoquen en abril a la ciudadanía en general a un foro social sobre participación política. Sin embargo, antes de emitir un juicio hay que evaluar qué tan viable es la entrada oficial de las Farc a la escena política en los contextos actuales colombianos. 

Ambiente general

 El Acuerdo general para la terminación del conflicto y la construcción de la paz contempla entre otros temas, la participación política como segundo punto y la reparación a las víctimas del conflicto armado en quinto lugar. Si bien la idea de Gobierno y Farc es abordar el diálogo por partes, estos dos asuntos están íntimamente relacionados. Es preciso que los derechos y garantías para el ejercicio político contemplen también medidas efectivas para resarcir a las víctimas y asegurar la primacía de los Derechos Humanos.

Por otro lado, y pese al relativo optimismo en torno al proceso de paz, hay factores adversos que no pueden desconocerse. La negativa de los sectores tradicionales que detentan el poder en el país, el descontento de la extrema derecha, el temor de que se repita el exterminio de la Unión Patriótica y la debilidad de la izquierda colombiana -en tanto que le cuesta llegar a acuerdos y mantenerlos-; son apenas los primeros obstáculos que tendría la posible participación de las Farc en política, sin contar que dentro de las propias filas del grupo guerrillero no hay un concenso al respecto. 

De otro lado, persiste la duda sobre el partido que le serviría a las Farc de plataforma. Entre los más mencionados, incluso por el mismo Iván Márquez, están la UP, la Marcha Patriótica, el Partido Comunista Clandestino de Colombia y el Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia, también clandestino. 

Según Gonzalo Medina, magister en Ciencia Política, la participación política de las Farc genera especial hostilidad entre los diferentes sectores (político, militar, civil). “En cuanto a esto el temor que existe es que la experiencia nefasta de la UP en los años 80 se repita”, dice, y agrega que el acuerdo de Belisario Betancur con las Farc no dista tanto del iniciado por Juan Manuel Santos. “Finalmente es el gobierno intentando acordar con la misma guerrilla”. 

Constituyente

En reiteradas ocasiones las Farc han abogado por una Asamblea Nacional Constituyente como mecanismo para la modernización y actualización política del país. “Creemos que el pueblo tiene más fuerza y legitimidad que el poder constituido”, afirmó Márquez, en entrevista con María Jimena Duzán en la revista Semana. Al Gobierno no le suena la iniciativa de embarcarse en una Constituyente, pero en cambio, otro sector totalmente opuesto a las Farc, el uribismo, sí ha estado interesado. 

Para el uribista “purasangre” y precandidato presidencial por el Centro Democrático Juan Carlos Vélez –que presentó un proyecto de ley para reformar la justica a través de una Constituyente- no hay ningún problema sentarse al lado de las Farc en una hipotética Asamblea Nacional Constituyente en “donde participemos todos en igualdad de condiciones”. 

El Gobierno argumenta que la actual Constitución brinda garantías para una paz duradera, pues fue realizada junto con un grupo subversivo en proceso de paz (M-19) y para ello, precisamente, fue establecido en el 2012 el marco jurídico para la paz. Convocar una Asamblea Nacional Constituyente en el ambiente actual sería abrir una caja de Pandora en la que se empieza con un fin claro pero el desenlace es impredecible. 

Partidos y sistema electoral

 Otro interrogante esencial es el que se pregunta qué tan real puede ser esa posible participación política de las Farc en un país en el que la izquierda es minoría, al punto que el Polo, su partido más representativo, tiene amenazada su personería jurídica de no alcanzar un umbral electoral en las próximas elecciones legislativas. En ese orden, el senador Vélez supone que “el gobierno creará una suscripción especial de paz en el Senado y la Cámara para otorgar curules especiales a las Farc en las que el umbral no importaría”. 

También afirma, asumiendo la vocería del uribismo: “estamos de acuerdo con que las Farc estén en el Congreso siempre y cuando sus representantes no hayan cometido crímenes de lesa humanidad”, condición que contempla el marco jurídico para la paz, en el que no se restringe la participación en política de quienes estén acusados de delitos políticos. 

Todo esto depende, claro está, de cómo avancen las negociaciones que se reanudarán en la tercera semana de abril en La Habana.

Por: Santiago Castro, Carolina Saldarriaga y Jaime Flórez 
Para De La Urbe