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miércoles, 22 de octubre de 2014

"COLOMBIA ES UN PARTIDO DE FUTBOL"

Más de 100mil personas recibieron a la Selección Colombia en Bogotá / Foto: Elheraldo.es
Una ley, que ya parece universal, nos dice que el fútbol es más que un deporte. No solo mueve gigantescas sumas de dinero, también  termina involucrado en política.

Hace años le preguntaron a Diego Giraldo, un niño de ocho años que vive en el Oriente antioqueño, qué era Colombia. Su respuesta quedó consignada en el libro de definiciones infantiles Casa de las Estrellas: “Colombia es un partido de fútbol”. Inocente o no, es una definición que encierra mucha verdad. 

Solamente un partido, el debut de Colombia en el Mundial Brasil 2014 después de 16 años de ausencia en el certamen deportivo, dejó un saldo alarmante: diez muertos y más de tres mil riñas en el país. Cabe aclarar que estas cifras se alejan de los 76 muertos y 912 heridos que dejó el 5-0 con Argentina en las eliminatorias al Mundial de 1994. Ante esta situación, el Ministerio del Interior se dio a la tarea de investigar cuál es el papel que cumple el fútbol en Colombia. 

Para el 94% de los colombianos, el fútbol es importante o muy importante en sus vidas, y el 91% de los encuestados dijo que uno de los momentos más placenteros de su vida es cuando ve ganar la Selección de su preferencia. Tanto es el fervor de los colombianos, que en cuatro de los cinco partidos que disputó la Selección en el Mundial, se podría decir que jugó de local por la gran cantidad de hinchas que, a pesar de los altos costos económicos, acompañaron al equipo nacional en tierras brasileñas. 

La encuesta hace parte del Plan Decenal de Fútbol que buscará fomentar la convivencia entre los hinchas y los aficionados del fútbol. El Plan se realizará durante diez años, es decir, hasta el 2024. A través de las fundaciones Colombianitos, Tiempo de Juego y Contexto Urbano se encuestaron a 2.475 colombianos: aficionados, asistentes al estadio, integrantes de barras, dirigentes, jugadores y ciudadanos que dieron a conocer la relación que tienen con el fútbol. 

Según el 96% de encuestados, la Selección Colombia es un símbolo de integración y los jugadores son ejemplo de ello. A pesar de que todos provienen de diversas razas, nivel social, religiones, y de que se formaron en distintos clubes del país, estas diferencias desaparecen cuando suena el silbato. Pero si el 40% de los encuestados atribuye al fútbol la unión del país, ¿por qué este deporte se convierte en otra fuente de violencia en nuestra sociedad? Sin duda ese es el principal interrogante que debe resolverse desde el Plan Decenal de Fútbol. 

De lo simbólico a lo real


Ilustración: Cristina Montoya.
El fútbol, explica el periodista y magíster en Educación, Jhon Jairo Osorio, nació como una guerra simbólica porque la sociedad inglesa buscó que no hubiera enfrentamientos reales sino regulados, y así humanizar las prácticas que tenían los jóvenes en esa época. Solo que “el fútbol deja de ser simbólico porque prolongamos el juego más allá de lo que pasa en la cancha. El que tiene afecto por un equipo quiere, de alguna manera, imponerse al que se identifica por otro y no entiende que el partido termina cuando el árbitro pita”, argumenta Osorio. 

El ex árbitro mexicano, Arturo Brizio, dice que el fútbol es “el fenómeno sociocultural más importante en la historia de la humanidad”. Por eso mismo, Osorio agrega que al ser un fenómeno social está influenciado por todas las actividades humanas, todo lo que pasa en la sociedad se ve reflejado en el fútbol y, generalmente, es más lo malo que lo bueno lo que se refleja en este deporte. 

Las soluciones

Si en algo coinciden los expertos consultados es que la violencia como tal no existe en el fútbol, sino a su alrededor. Es por esto que cada uno, desde su campo, propone una posible solución a esta problemática. Para Jhon Jairo Osorio, el fútbol no es violento porque es un juego. Sin embargo, como es un espejo, en él se debe reflejar la educación y sus prácticas de integración, fraternidad y hermandad. “Si la educación influenciara al fútbol, como lo hacen los males de la sociedad, todo podría ser diferente”. 

En Argentina –donde surgió el fenómeno de las barras bravas–, cuando aumentó el número de muertos por los partidos y las familias se alejaron de los estadios, empezó a permitirse solo el ingreso del público local a las tribunas. “Creo que esa medida lamentablemente impide sentir lo que es ver una barra contra la otra cantándose, pero la verdad es que sí ha bajado el número de muertos”, comenta el barrista y politólogo argentino, Facundo Mercadante. Este hincha de San Lorenzo considera que desde la dirigencia deportiva se debe rechazar enfáticamente la violencia de las barras y el Estado debe tomar cartas en el asunto porque es un problema nacional. 

En Colombia, el 16% de los encuestados dice sentir temor de ir al estadio por las barras de fútbol; sin embargo, un 92% reconoce que los aficionados saben comportarse en las tribunas. Para el expresidente del Deportivo Independiente Medellín, Jorge Osorio Ciro, las barras han avanzado mucho en su estructura y no son –en sí– un problema de violencia: “El principal problema es la intolerancia y el irrespeto al contrario, hoy en día la violencia en el estadio no existe, pero en las periferias sí: es un problema de ciudad”. 

Actualmente Osorio Ciro es jefe de la Sección de Medicina Deportiva de la Universidad de Antioquia. De su experiencia con el Deportivo Independiente Medellín comprendió que el estadio sí puede ser un sitio de paz; eso lo entendió cuando vio el comportamiento de la gente en el momento en que se quitaron las mallas del Estadio Atanasio Girardot: “Financiar proyectos sociales con las barras y las mesas de convivencia ha sido muy efectivo”. 

Fútbol y posconflicto

“El fútbol es la herramienta que necesita Colombia para la convivencia”. Con esta declaración, el ministro del Interior, Aurelio Iragorri, presentó el Plan Decenal de Fútbol. No deja de ser muy contradictorio, a primera vista, confiar en dicha afirmación cuando el 51% de los aficionados, según la encuesta del Plan, tienen miedo de ir al estadio. 

Lo cierto es que la Selección, que une al 96% de los encuestados, puede representar una verdadera opción para unir a un país tan polarizado como Colombia, en el marco del proceso de paz con las Farc. Así quedó demostrado luego del emotivo recibimiento que tuvo la tricolor en Bogotá, hecho que se vio replicado en las distintas poblaciones del país donde los 23 convocados fueron recibidos como héroes. “Colombia tiene que estar siempre arriba. Ya demostramos que cuando nos unimos podemos dejar su nombre muy en alto”, fue el mensaje del capitán de equipo, Mario Alberto Yepes, a los 120 mil hinchas que coreaban los nombres de cada futbolista en el parque Simón Bolívar de la capital.

Si Nelson Mandela usó el rugby para reconciliar las diferencias étnicas de los sudafricanos, y la Alemania separada por la Cortina de Hierro vio en su triunfo en el Mundial de 1990 el símbolo de la reunificación, ¿por qué Colombia no puede soñar con usar el fútbol como elemento de unidad de un país que ha vivido con un conflicto armado de 50 años? 

Para no ir muy lejos está el caso del experimento que realizó Jürgen Griesbeck en la Comuna 13 de Medellín durante la década del 90. El alemán armó un torneo entre pandillas con una sola condición, la de tener mujeres en el equipo. Aunque al principio los interesados protestaron e incluso asistían armados a los primeros partidos, con el tiempo cumplieron con la condición. Finalmente, luego de muchos encuentros vieron cómo desaparecían sus diferencias. 

“Nosotros tenemos el sueño de que el fútbol pueda brindarnos un momento de regocijo que atempere las conciencias y coadyuve a encontrar de mejor manera la senda de la reconciliación”, escribieron las Farc en una carta dirigida a Pekerman y a la Selección. Entre tanto, el excandidato a la presidencia por el Uribismo, Óscar Iván Zuluaga, afirmó que los 23 seleccionados le dieron al país “una lección de cómo se trabaja en equipo y cómo se defiende con amor un país”. Que sectores tan contrarios se unan en torno a algo que no sea atacar al gobierno de Santos, es una muestra de lo que el fútbol puede lograr en el país. 

Por Estefania Pereira y Santiago Castro V.
Este texto hace parte de la edición 70 de De La Urbe

domingo, 5 de octubre de 2014

¿CÓMO SE HIZO EL FLAUTISTA?


Alonso Ríos, quien para 1969 se desempeñaba como jefe de taller del maestro Rodrigo Arenas Betancur, nos cuenta cómo fue el proceso de elaboración de esta obra ubicada en el Edificio San Ignacio de la Universidad de Antioquia.

Por Santiago Castro V.

Para A Toda Voz
Foto Rutas del Patrimonio/Extensión Cultural.